Palabras de Lisandro Viale, presidente del Bloque de Diputadas y Diputados socialistas, en el XXII Campamento de la Juventud Socialista


Compañeras y compañeros:


Manifestarles que para mi es una gran alegría estar hoy aquí con ustedes. Si bien la invitación fue todo un esfuerzo para poder llegar, son 1.000 Km. desde la provincia de Entre Ríos, desde la ciudad de Paraná, es difícil faltar a un ritual como éste.


Soy parte de los veteranos que hace 22 años participamos del primer Campamento Nacional de la Juventud en Villa Rumipal en 1989 y fue el inicio de esto que estamos viviendo hoy. Y los rituales no se logran de un día para el otro. Un ritual se logra con el tiempo, con la sistematización, con viajar Enero tras Enero a cada punto que la juventud del Partido Socialista haya convocado. Estos campamentos tienen que ver con el turismo, con conocernos, con aprender, discutir e intercambiar. Habiendo sido parte del primer campamento, poder estar en este cierre, como integrante de este bloque de diputadas y diputados socialistas, es un orgullo y una responsabilidad gigantesca.


En aquellos años soñábamos con que algún día íbamos a ser mil compañeras y compañeros, y hoy es difícil ser menos. El campamento con mayor dificultad ya convoca al menos mil jóvenes y eso marca una diferencia sustancial de que el Partido Socialista dejó de ser un partido de buenos muchachos bien intencionados, es un partido de mayorías, es un partido que va teniendo una responsabilidad histórica muy grande en nuestro país.

En el año 1987 el Comité Nacional del Partido Socialista Popular de entonces, decía con claridad: “El advenimiento del socialismo en la Argentina no es un fatalismo o un determinismo histórico, sino el fruto de una acción política colectiva, permanente, persistente, militante y coherente, basada en la interpretación socialista de nuestra patria”.

Hace pocos años un irresponsable ex presidente como Duhalde dijo que los argentinos estábamos condenados al éxito. Los socialistas no estamos condenados a conducir los destinos de nuestra patria, vamos a poder lograrlo si somos capaces de sortear las crisis de crecimiento que hemos tenido en cada etapa de nuestra historia. El socialismo, con sus 114 años, por haber cometido serios errores prácticamente desapareció de la faz política de nuestro país.

Desde 1983 a esta parte hemos ido creciendo, pero estuvimos 22 años sin un representante en el Congreso de la Nación. El último fue Don Alfredo Palacios, y el primero de esta etapa democrática fue el compañero Guillermo en 1987, y no porque era inevitable. Hubo una organización política puesta al servicio de que esto sea así. Y el principal legado de nuestro compañero Guillermo es este ritual, de 22 años. Lo soñó el, lo inició el compañero Rubén que tuvo la responsabilidad en 1987 de ser el coordinador de la juventud y Guillermo era nuestra estrella, que en cada Enero nos dejaba su mensaje de hacia donde debíamos ir.

En 1989 llegamos a conducir la municipalidad de la ciudad de Rosario, siendo para todos los socialistas argentinos un orgullo.

En 2003 pasamos a tener el primer Senador Nacional, después de casi 40 años de ausencia en el Senado de la Nación, el compañero Rubén Giustiniani. El último había sido también, Don Alfredo Palacios en 1962.

En 2007 tuvimos el primer gobernador socialista de toda la historia desde su fundación. El compañero Hermes lleva adelante el proceso de transformación más importante que tiene una provincia Argentina, una de las principales de nuestro país.

En 2007 también, llegamos a tener 10 diputados nacionales como hacía muchos años el Partido Socialista no tenía. Hay que remontarse al siglo pasado, a la década del 30’ para llegar a ver 42 diputados socialistas en la Argentina, hasta desaparecer de la faz del Congreso de la Nación.

Es decir, no estamos condenados al éxito, estamos condenados a interpretar correctamente la realidad de nuestro país para poder ir superando las crisis de crecimiento de forma positiva. Nuestro partido es una herramienta política. Un martillo también es una herramienta. Un martillo no es igual para un carpintero que para un herrero. Los hay de diferentes tamaños, con distinto temple y con distinta posibilidad de percusión. Si uno lo utiliza mal lo rompe, si uno lo usa en forma cuidadosa y constante sabe que ese martillo lo va a poder heredar a su hijo o a su nieto. Este partido es ese martillo, es esa herramienta que tenemos que saber utilizar todo lo que lo necesitemos, y está bien que así sea. No hay que guardarlo al martillo, hay que usarlo. Pero hay que utilizarlo correctamente, porque ese martillo no es nuestro, porque muchos de ustedes estarán en Eneros sucesivos en este lugar que nos toca hoy estar a nosotros.

Tenemos la obligación de conservar la ciudad de Rosario como nave insignia de nuestra organización. Tenemos la obligación de conservar la Provincia de Santa Fe para que siga gobernada por compañeros y compañeras socialistas. Tenemos la necesidad imperiosa de mejorar nuestro Congreso de la Nación, no siendo seis sino muchos más diputadas y diputados para que nuestros proyectos de ley puedan tener un fin correcto y ser aprobados. Esto es responsabilidad de todos y de cada uno de nosotros.

Lo que sucede en la Provincia de Santa Fe, como principal provincia desarrollada de nuestro partido en el país, es un hecho altamente positivo, pero todos los socialistas del país hemos aportado, quien más quien menos, a que esto sea así. El socialismo de Santa Fe también tiene hoy la posibilidad y la necesidad de pasar a nacionalizar la experiencia a toda la Argentina. Los socialistas de las distintas provincias tenemos la responsabilidad de desarrollar en cada una, un crecimiento colectivo y masivo.

En Entre Ríos estamos abocados a sembrar de concejales y diputados nuestra provincia. Tenemos este cargo institucional que represento, que tiene mucho que ver con un trabajo colectivo de cientos de compañeros de la Provincia de Entre Ríos, muchos de ellos jóvenes, que han permitido que el avance del socialismo en Entre Ríos hoy sea mirado por propios y extraños como una realidad, con posibilidad de crecer como creemos que es necesario hacerlo en cada una de las 23 provincias restantes.

Creo compañeras y compañeros que este Enero, es un Enero sustantivo, que la responsabilidad de la juventud de sortear las crisis de crecimiento que tiene el socialismo en la Argentina hoy, siempre va a ser esencial, siempre va a ser importante la capacidad de comprensión, de militancia, de desarrollo y de desprendimiento para que nuestra organización pueda ser la gran articuladora de ese Frente Progresista de centro izquierda, o diría mejor, de izquierda hacia el centro. Necesitamos avanzar hacia un partido que no sea un partido formal, solemne o acartonado. Queremos ser todo lo formal que los socialistas somos, pero queremos ser un partido democrático y revolucionario por sobre todo.

El socialismo sin cambio es letra muerta. Hoy, estamos ante la disyuntiva de ser un partido verdaderamente revolucionario imbuido de los ideales de libertad, igualdad y solidaridad o de cometer los errores de los partidos tradicionales de nuestro país. Yo no les tengo miedo a las internas, le tengo miedo al internismo. Lo que criticamos de aliados potenciales, como la Unión Cívica Radical, es un problema y un peligro latente. De la responsabilidad de todos nosotros va a depender el resultado de esta crisis de crecimiento por la que estamos atravesando, y bienvenida porque de esos crecimientos bien resueltos tendremos la posibilidad de seguir proyectándonos hacia delante, pero no nos confundamos, no creamos que estamos condenados al éxito. Estamos condenados a estudiar, a organizar y a difundir como nos lo enseñaron nuestros abuelos fundadores: Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Alicia Moreau; nuestros padres: como Guillermo Estévez Boero y Alfredo Bravo y como hoy lo están llevando adelante nuestros líderes nacionales Hermes Binner y Rubén Giustiniani. Trabajemos por un Partido Socialista fuerte, por un Partido Socialista unido que no quiere decir que tengamos que tener un Partido Socialista muerto.

Muchas gracias y a volver a cada provincia a redoblar el esfuerzo militante.

(Aplausos).

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