El ’82 y el ’83 fueron mis primeros años de militancia, aquel inicio de la apertura democrática con toda ebullición que tuvo el fin de una etapa muy difícil para el país.
Creo que no éramos muy consciente de todo lo que había sucedido. eso en función de la edad que teníamos. Pero sí sabíamos que había un movimiento social y una búsqueda nueva, a la que le sumamos toda la impronta juvenil de nuestros 15 o 16 años. Buscábamos un nicho, un lugar donde canalizar nuestra energía desordenada.
Del ’83 me acuerdo del alfonsinismo y todo el carisma que tenía Don Raúl Alfonsín, pero que a mi no me terminaba de conformar.
Y así empezó mi búsqueda. Fui encontrando contactos y hablando con distintas personas hasta que el novio de mi hermana mayor (que después terminó siendo su marido) nos muestra el Partido Socialista Popular. El partido estaba liderado por “alguien” llamado Guillermo Estevez Boero, santafesino. Yo no tenía mucha idea de lo que planteaba pero era claro que proponía algo diferente, más acorde a mis inquietudes.
No dejo de pensar que las vueltas de la vida son sorprendentes: cuando con mi hermana mencionamos el nombre de este personaje que lideraba ese partido de utopías, descubrimos que había sido muy amigo de mi padre en su juventud. Y que, incluso, habían compartido temporalmente alguna pieza de pensión en Rosario. Luego se distanciaron, no por estar enemistados sino porque casa uno siguió su camino.
Cuando el nombre de Estevez Boero trajo a mi casa el reencuentro con una vieja amistad, supe que el camino era por ahí.
Del ’83 me acuerdo del alfonsinismo y todo el carisma que tenía Don Raúl Alfonsín, pero que a mi no me terminaba de conformar.
Y así empezó mi búsqueda. Fui encontrando contactos y hablando con distintas personas hasta que el novio de mi hermana mayor (que después terminó siendo su marido) nos muestra el Partido Socialista Popular. El partido estaba liderado por “alguien” llamado Guillermo Estevez Boero, santafesino. Yo no tenía mucha idea de lo que planteaba pero era claro que proponía algo diferente, más acorde a mis inquietudes.
No dejo de pensar que las vueltas de la vida son sorprendentes: cuando con mi hermana mencionamos el nombre de este personaje que lideraba ese partido de utopías, descubrimos que había sido muy amigo de mi padre en su juventud. Y que, incluso, habían compartido temporalmente alguna pieza de pensión en Rosario. Luego se distanciaron, no por estar enemistados sino porque casa uno siguió su camino.
Cuando el nombre de Estevez Boero trajo a mi casa el reencuentro con una vieja amistad, supe que el camino era por ahí.
Elecciones Presidenciales de 1983. Fundación Etevez Boero
Así nos metimos en la campaña del año 1983 con la famosa “Lista 4”, que encabezaba Estevez Boero como candidato a presidente. Y desde ese entonces hemos caminado, sin pausa, hasta hoy.
Los compañeros
El camino fue compartido y hay mucha gente que conocí cuando empecé a militar. Entre ellos a Jorge Campoamor, Hugo Barzola, Edgardo Barzola, (cuando entré a la universidad y empecé a participar en la Agrupación de Agronomía), Miguel Nani (que venía de Rosario) y a Marta Lugli.
También a Miguel Godoy, que tenía más edad que nosotros, y era la referencia política del partido por aquellos años.
Para mi lo sucedido en aquella época, en aquellos primeros años de democracia que marcaron a toda una generación que hoy anda entre los 40 y los 50 años, fue una experiencia muy importante.
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